Caso 451
Miércoles 17 de Julio del 2019, caso 451, señora Leonor Campos. Se logró cerrar el caso, pero aun me queda una minúscula duda. El caso se cerró perfectamente, criminal capturado, objeto del robo recuperado, razón del crimen, robo; y ningún dato suelto. Todo es tan perfecto que me hace dudar, tal vez sea el café o esta noche solitaria sin mucho que hacer, esta fría noche con pocos caminantes, que solo dejan oscuridad y silencio.
Vuelvo a casa de madrugada; caminaba por el centro de la ciudad, intentando vaciar mi cabeza de horas de muerte, motivos y coartadas. El molesto gato gris de la señora Paula vuelve a torturarme con sus maullidos, como todos los días y vuelve a mi cabeza el caso 451, voy hacia mi escritorio, pero solo doy unos cuantos pasos porque con mi sueldo solo me alcanzo para este cuartucho, todo en uno. Viendo mi escritorio recuerdo mi mal hábito de dejar notas y fotos de todos los casos en los que trabaje, siempre al terminar un caso me digo a mi mismo que voy a limpiar mi escritorio pero aun sigue todo ahí. Sentado junto a él queriendo dejar descansar mi mente, el caso 451 sigue ahí, ¿será que quiero más trabajo? Hace un año desde mi ascenso que no he dejado de trabajar. Sin darme cuenta sostengo mis notas del caso 451 mi cuerpo empieza a moverse solo y quiere llegar a descubrir algo que mi cerebro no logro, rendido ante su voluntad decido seguir con esto y poder terminar sus dudas.
4:30 A.M. y empiezo a sentir todo pesado, sostengo mi taza de café del día anterior, solo veo un poco de café seco. Aunque la cocina que da a unos pasos, pareciera que estuviera a varios metros, con la cafetera encendida empieza mi búsqueda por un poco de azúcar pero me encuentro con recipientes vacíos por error dejó caer una cuchara y mi pesadilla despierta, maullando empieza su sinfonía malévola volviendo a mi tarea llenar mi taza olvidando su anterior contenido que al terminar de llenarlo me viene a la mente como alerta máxima una taza de café desperdiciada, mientras lo vació el vapor me recuerda el caso 451.
El escritorio recibe nuevamente al único personaje que ha puesto su café sobre él; Ningún dato suelto todo es perfecto, ya es día y vuelve a mí las distintas responsabilidades que tengo. La luz artificial ya no es necesaria, apago mi PC, tomó lo poco de café que queda, busco una chompa limpia y estando cerca de la puerta bajó la palanca de electricidad, una costumbre desde que una subida de tensión en la electricidad malogro todos mis artefactos. Mis ojos sufren por el sol al abrir la puerta guardando mi llavero con una pequeña bola de billar como principal objeto; miro al gato de mis pesadillas con una vida simple y sin problema alguno. Bajo por las escaleras ya que el ascensor no funciona desde aquel accidente, recuerdo que fue el primer caso en el que trabajé y mira, viviendo en mi primera escena del crimen. El edificio es agradable desde fuera, fue lo que motivó a querer vivir aquí, el arrendamiento era accesible y al ver una de las habitaciones me emocione. Llegue con 2 maletas que tenía que subir hasta la habitación 1010 en el 10º piso, en aquel entonces los pasadizos eran limpios y sin ningún graffiti, muchos quisieran mudarse de aquí pero con los precios de ahora es una locura. Saliendo del edificio me despido de Marcos una cara muy familiar que veo todas las mañanas; hoy caminaré hacia el departamento policial, no es una cuestión de cuidado ambiental, ahora no se preocupan de eso ya que es muy tarde para hacerlo, quiero caminar para despejar mi mente y ver si algo por la zona donde vivo ha cambiado.
Mis últimos pasos…
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